domingo, 17 de agosto de 2014

Un chocolate para Pappilardo

Cada asignatura es un mundo, y si hablamos del profesor que la imparte ni te cuento. Después de dos años de carrera superados hemos conocido entre clases, prácticas y seminarios a un curioso número de personajes que, a su manera, nos han impartido las asignaturas de la carrera.

Sin embargo, si queremos destacar a alguien por su peculiar personalidad, deberíamos hablar de Pappalardo antes que nadie. Su carácter sereno, con un humor ácido que le acompaña en cualquiera de sus clases o su forma cuadriculada de llevar las cuentas de todo lo relacionado a la asignatura hacen de él un profesor interesante.

Ese podría ser el resumen a un cuatrimestre con Pappalardo, del que es imposible contarlo todo pero sí que podemos sacar a relucir alguna anécdota que no queremos olvidar. Algunos os gustará más, a otros menos, y si os ha suspendido... ni hablemos, pero hoy queremos hacerle un pequeño homenaje, y dejarte una historia que nos ha sacado una ronsira y esperemos que a ti, querido lector, también.

Así, sin más, la despedida a un cuatrimestre de Química Física II aquí, en aBOHRridos:

Química Física II ha sido una asignatura difícil de combatir, que nos ha obligado a dedicarle horas y horas de nuestro tiempo semanalmente, y donde da igual como lo hicieses siempre veías que se aproximaba un nuevo seminario para entregar. Aunque Pappalardo siempre se preocupó de darnos pautas para sacar los ejercicios sin problemas, como el consejo de "leer dos veces el enunciado", que ya ves tú para lo que ha servido.

En todo caso, las clases han sido una feria donde cada día alguno de sus ácidos comentarios podían sacar una sonrisa y en algún caso ofender a cierta parte del público. Su guerra contra la Iglesia y la religión, los Postulados que son como los Mandamientos, no se podrá olvidar, junto a muchas más anécdotas que recordar. Sin embargo no tenemos blog para tanto, y hemos decidido quedarnos con la que fue una particular despedida a su curso, y que protagonizó nuestro querido Japy.

Esta historia comienza una mañana de Junio en la quinta planta de Química, donde vivíamos prácticamente en épocas de exámenes, con la intención de estudiar la asignatura en cuestión. Caía en viernes, y los Camarilleros nos permitimos el gusto de desayunar como señores tras una semana de no soltar libros y seminarios, así que Adri, Dani y Mike fueron a comprar churros con chocolate para el desayuno mientras Japy se desperezaba en su piso.

Chocolate con churros, el desayuno de los campeones.
 Con la compra conseguida, desayunaron tranquilamente en la mesa exterior los los cuatro junto a Pedro; momento que aprovecharon Japy y Mike para hacerle un pequeño regalo a su amigo de Arahal. La tarde anterior ambos encontraron un pack de tres Colacao, bebida que enamora a Pedro, y decidieron comprársela y envolvérsela cual regalo de cumpleaños, con una nota afectuosa en la que buscaban sus servicios como profesor de Analítica.


Regalo para el bueno de nuestro Pedro
"He aquí 3 alícuotas de tu bebida favorita para que nos eches una mano con Analítica.
Tus camaradas de clase, Mike y Japy"

Superada esta parte del día, y mientras aún terminaban con el alimento, apareció Pappalardo en escena curiosamente. Les sobraba un vaso de chocolate, así que pensaron en regalárselo con un "Para Rafael ❤" pero su profesor se escabulló con eficacia, no sin antes decirles que con tanto desayuno el cerebro piensa peor. Menuda forma de dar ánimos para afrontar tu asignatura, macho.

Ah! Y aquí Peter abriendo con sorpresa su regalo 
Quedando para estudiar es posible tener dudas, y en este caso había, así que ese mismo día decidimos pasar al despacho de nuestro profesor para ponerle al tanto de nuestros progresos y aquellas cosas que no nos encajaban, y por qué no decirlo, para que él se echara unas risas a nuestra costa. Aprovechando el viajecito le comentamos que teníamos un vaso de chocolate esperándole, y aquí descubrimos otro detalle más de Pappalardo: El chocolate puro y negro, otra clase no. Y el café solo y amargo.

Llegó el examen, hubo aprobados y suspensos como se suele decir. Un paso por su despacho nos dejó más claro su forma cuatriculada para corregir, y aparte de decirnos que somos unos negados en la teoría, pero continuemos. Para Japy suspender estaba escrito, según sus palabras, pero su orgullo herido le hizo prometerse que su profesor de Química Física II no tendría más remedio que aprobarle en la prueba final.

Así, estudió y estudió con la cita en su mente, a pesar de que cierto correo a Pappalardo lo dejó un poco en evidencia. A veces se nos va la cabeza. Le visitó las veces que hizo falta en tutoria, e hizo una promesa que estaba seguro de cumplir: Si apruebo el examen, le llevaré una tableta de chocolate negro a su despacho. Con la intención de cumplir sus palabras en el horizonte, se esforzó al máximo para ello.

Y llegó el examen, y el Aula Marga recibió a los suspensos y a las esperanzas de subir nota. Y cuatro horas más tarde cerró sus puertas con todos los examen guardados para corregir. Pasaron los días y llegaron los resultados. Subir nota no coló, pero aprobados uno unos cuantos, y entre ellos nuestro bailadó favorito lo consiguió. ¡Saltos de alegría! Tocaba comprar una tableta de chocolate.

La tableta de chocolate negro, cuidado que es del SuperSol, lista para Rafa
El primer día que aquel hombre abría su despacho para revisiones Mike y Japy se plantaron allí con una tableta escondida en la espalda para el que ya era, oficialmente, su ex-profesor. Tras mantener una tendida charla con él, que por cierto, se echarán de menos, porque se podía echar los ratos hablando con él; y ver los exámenes de ambos, Japy se lanzó con las palabras que semanas atrás se había propuesto:

—Profesor, que como ya no le veo más, pues...
—¿Cómo que no me ves más?
—Hombre, ya se han acabado las clases
—Pero nos veremos por los pasillos y eso chiquillo
—Ya, bueno, pero no como profesor quiero decir. A lo que iba, que le he traído un regalo. Que como usted comentó que le gustaba el chocolate negro pues le he traído una tableta...
¡Hijo de tu madre! Muchas gracias hombre, me lo comeré con mi hijo, que también le gusta mucho.

Y bueno, tal vez no sea la mejor historia de todos los tiempos, pero así es nuestro pequeño homenaje y nuestra despedida a un buen profesor que nos ha exigido como el que más, ¡que disfrutes de tu chocolate Rafa!


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