domingo, 14 de julio de 2013

70's Party

Desperté en una cama hueca, sin sábanas, a eso de las 9 de la mañana. Lo sé porque, por suerte, mi móvil estaba cargando después de una noche mudo. Compartía habitación con dos compañeros más, una joven de azul y un extraño muchacho que se hacía llamar John Leroux, o eso creo recordar...

Abrí la puerta y allí estaba él, sentado. Y pared con pared a nuestro cuarto estaba ella, la ninfa que recuerdo de la pasada noche, mirando la pantalla de su móvil. La verdad, eso era lo menos importante. Lo único que buscaba era el espejo del baño, para poder ver la cara de imbécil tras una noche entre el presente y el pasado.

Y es que... recuerdo que tras acabar con los exámenes, volvimos a los setenta, más o menos... y ahora os intentaré contar las cosas que recuerdo, los rumores que me contaron después. Ya sabéis, aquí, en aBOHRridos:

El 9 de Julio era un día que muchos teníamos marcado en nuestro calendario. Para los químicos representaba el final de los exámenes, la despedida hasta Septiembre, ya sea para bien o para mal. Habíamos hablado durante semanas atrás de la gran fiesta que llegaría ese día, del alcohol, la música, los disfraces, el baile... de los setenta.

Y llegó el gran día. La inversión en productos para la diversión, y entiéndase la metáfora, si es que se considera metáfora, fue considerable y el piso del bueno de Japy, que hasta la fecha y tras un curso de mucho ajetreo nunca ha puesto peros, mostraba un apariencia fantástica y prometía lo mejor. La Camarilla, una vez más, se quedaba semihuerfana. Adri se encontraba en la playa, maldito cabrón, y Juan no estaba para fiestas. ¿Hubiera conseguido colar sus cascos en un disfraz de la época? No lo sabremos.

Aunque ya eramos unos cuantos antes, a las once de la noche la fiesta dio el pistoletazo de salida. La gente empezó a llegar, evidentemente no puedo acordarme todos sus nombres, disculpadme. Recuerdo que llegaron algo perdidos mis compañeros de habitación, y posteriormente Pilar y Davinia, aunque las mencionaré mejor como la hippie y la.. eso, ninfa, elfa, no lo sé. Margaux, muy querida por los presentes, también llegó por aquella hora.

Japy y Rodri en aquella maravillosa terraza...
Pero antes de todo ello algunos ya estaban probando sus disfraces. Japy había conseguido unas patillas 100% naturales y 100% setenteras, que junto a su sombrero y sus imponentes gafas tenía un curioso look. Rubén, por su parte, a la versión Jimi Hendrix, con una gran peluca afro, pañuelo en su frente, pantalones blancos y una camisa florera propiedad de la madre de Peter ganaba por goleada al resto.

Había buena música, al gente estaba bastante animada y el alcohol se apreciaba en numerosos vasos. La terraza, con su sillón improvisado, peleaba por una matrícula de las que no puede conseguir Marina. En el pasillo que formaban los sillones y la terraza nos situábamos unos cuantos, aprovechando el alfeizar de la ventana como una mesa donde reposar nuestras copas. Daniel, el científico loco, junto a la señorita Limones, a quien pudimos conocer al fin. Jimi Rubén y Ana, Peter a lo Ace Ventura, mis queridos John Yeyo Leroux y Marta, Davinia junto a Pilar y el escritor de esta novela, un aviador de tres al cuarto condecorado por el asesinato de unos cuantos zombies. Contabamos historias, ánectodas, chistes e incluso recodábamos momentos de todo el curso. Leroux se encargaba de que las copas nunca estuvieran vacías.

Pedro a lo Ace Ventura, el parecido es razonable.
Aunque creo haberme saltado un momento divertido cuanto menos, ese en el que las dos chicas, la hippie y la elfa, llegaron a la fiesta. Aprovechando que todos no estábamos disfrazados, decidimos asustarlas. Llamaron a la puerta y, claro, les llamo la atención nuestra ropa de calle, y las caras les cambiaron aún más cuando saltamos a la par "¿Qué hacéis así vestidas? Pero si lo del disfraz era broma.. venga ya, ¡que os lo habéis creído!". La cara de Davinia tomó un tono blanco que se asemejaba al de su vestido, y aunque negaban con la cabeza ambas se lo empezaron a creer... hasta que dejamos que Japy con la peluca afro apareciese en escena.

No paraba de llegar gente a la casa, y conforme las horas avanzaban cada vez que el timbre sonaba nos asustábamos un poco más, pues sin duda podía ser la policía la que golpeara al otro lado de la puerta. En la mayoría de ocasiones eran más invitados, y la mayoría de ellos puedo decir que tenía el placer de conocerlos. La verdad es que todos no llegaban disfrazados, pero parte de ellos sí, con ropas muy peculiares que se agradecen para hacer algo más divertido el ambiente. La realidad es que estábamos estupendamente... hasta que llamó un vecino a la puerta.


...y nosotros, como no, en el sofá
Efectivamente, la fiesta tuvo que continuar fuera. Un vecino le comentaba a Japy que si el ruido no cesaba llamaría a la policía, y creo recordar que no era el primer aviso. Dada la gran cantidad de personas que eramos, decidimos trasladar la marcha tras la bella facultad de Química, y Vicky muy amable puso su coche para devolverle la música a la fiesta, mientras el resto recogía vasos, hielo y mucho alcohol. Algunos comentan que otro vecino tiro agua desde el balcón que teníamos encima, como un nuevo aviso. Por cierto, el primero de los invitados ya había caído, y se encontraba reposando en la cama de Japy.

Creo que eran las dos de la mañana cuando salíamos del piso, y otro invitado abandonó también la fiesta. Acampamos en aquel callejón el resto, algunos fueron a comprar más hielo porque la cosa estaba pobre. Si no me equivoco, la botella de tequila se quedó en la casa. Lloro por ello, la echamos de menos. Pero la fiesta debía seguir, aunque algunos como Peter y Dani habían dejado su disfraz atrás. Entre cubata y cubata Leroux se metía en los bailes, y otros cuantos arrancaron a bailar break. No dudéis de que Japy fue el primero de ellos.

Tocó la primera visita al piso de Japy para recoger unas cosas, aunque no recuerdo el qué. Para cuando volvíamos los Peter, Dani, Pilar y compañía encontramos a unos cuantos en la calle de Farmacia, que nos llamaban a gritos. Parece ser que la policía había hecho acto de presencia en nuestro lugar festivo, y Davinia, Marta, Yeyo y algún que otro más se encontraban allí tras una pequeña espantada. Abrazos de reencuentro, y viendo que la cosa estaba normal volvimos al lugar del crimen. Con tanto viaje no había tenido el tiempo suficiente para saborear el néctar del Bacardi y el Barceló, así que un par de copas entraron bien rápido, y tras ello Rubén y yo volvimos a poner rumbo al piso de Japy.

El aviador, Leroux y la de azul.
Para cuando quería volver Ru ya no era capaz de levantarse del sillón, así que el camino de vuelta lo hice solo. Al llegar recuerdo que Dani y Elena me preguntaron por él, y ambos se fueron a dar una vuelta. Lo que no recuerdo es cuando mi camiseta blanca se había teñido de granadina, que seguro procedía de algún cubata de la señorita Pilar, o de mi mismo. Me senté junto a los demás, Yeyo estaba en pleno debate junto a Davinia y Peter sobre el amor, y así nos quedamos discutiendo. La teoría propuesta era que "para olvidar se deben tomar tantos cubatas como meses juntos".

El asunto pasó a una posterior charla de Yeyo sobre el tema, y sus oyentes parecían muy atentos. Yo desde luego no, estaba recordando viejas historias con Marta. Para cuando terminó, Davinia llevó de paseo a Marta. Peter estaba preocupado, porque no sabíamos a donde pretendían llegar, aunque su paseo en zig-zag nos confirmaba que no muy lejos. Las horas habían pasado de buena manera, Dani ya había regresado, y la cosa decaía un poco, así que este y yo, junto a Pilar y la señorita Limones hicimos una última visita al piso de los setenta. Recogí mis cosas y regresé con Pilar, pues Dani y su chica se quedaban a dormir allí, y volvimos a encontrar en farmacia al grupo de siempre.

Las horas posteriores pasaron hablando, contando historias del curso, o de arquitectura. Davinia descubrió a membri_atómica, Pedro dudaba que diablos hacer, si dormir en algún piso o aguantar. Al final todos visitamos la casa de Davinia, y recuerdo que cuando subíamos a su planta un señor mayor salió al rellano a preguntarnos varias veces a dónde íbamos. Pensaba que teníamos la intención de entrar en alguna fiesta, y eso que pasaban ya las 6 de la mañana. "Señor mio, venimos de una, y vamos a dormir" le quise responder, aunque con las pintas que llevábamos decir el final de la frase creo que bastaba. Entramos en el piso, y tras discutir un poco que hacer, allí dormimos. Pedro se fue temprano, y Pilar también, aprovechando los primeros autobuses. Leroux hizo el registro policial, arma imaginaria en mano, para no cruzarme yo con algún ente no deseado... y me sigo riendo de ese espectáculo.

Y nada más, creo que ahí perdí mi mono de aviador y me quedé dormido, aunque no llegué ni a las dos horas de sueño... y eso es todo lo que recuerdo. Si alguno tiene algo que aportar ya sabe que hacer, y nada más... ¡Una gran fiesta, si señor, aunque las palabras de un Blog no lo transmiten todo!

Gracias por un gran curso con un cierre impresionante, ¡y que se repita pronto!

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